insinuación del arco iris...

martes, 24 de marzo de 2009

Cintura hacia la risa







Qué importa que la muerte se arrodille
pidiéndote disculpas!
Tus pupilas llevan la guadaña impresa
con fuego desde aquella tarde.
No sabés aún donde perdiste la inocencia.
Ni siquiera en las manos de que
oscuro personaje acecharon
las horas más temibles.
Siempre hubo el miedo a la noche,
allí se balanceaban interminables monstruos
que sólo combatías con la luz.
Nadie te creyó tanta pavura.
No reconocieron la mitad de sonrisa
que faltaba, ni cuando te perdiste.
Adónde quedó la mano que tomabas
cuando se estrechaba el sendero
y los lobos aullaban hondamente.
Trepaste los secretos,
llenaste de arcoiris cada tormenta
cada vez que podías.
Pero la pena atrapó tu centro.
Y ahora no sabés si te estás
regodeando en las cenizas
o por primera vez vislumbras el horizonte
donde amanecer el verdadero sol.
No es que el recorrido haya sido estéril o fingido,
todo es parte de la grieta
puesta ante tus manos.
Abrirla es el dolor de mil cuchillos
clavándose en tus sueños.
Te aferraste a la vida con fuerza inusitada.
Como la semilla en el desierto.
Echaste raíces pese a todo.
Los molinos de viento pusieron sus cosquillas.
Fue tu cabeza el gigante más temido
donde se libraron y libran infatigables batallas.
Buscando en los rincones
de los días pasados la llave
que despunte el día,
la nueva claridad.
Túneles y más túneles, pasadizos, espejos.
Corrés cuadras y cuadras y no llegás a casa.
Ya no encontrás tu barrio ni tus perros.
Ya no encontrás tu nombre perdido
entre las sábanas.
Un aroma de sierras y vertientes te recobra,
es posible saber que aún estabas, que estás.
Tus manos tiemblan.
Afuera el corazón navega
los silencios que perdiste,
tus palabras mansas,
los gestos dulces,
la mirada sin filos.
Alguna vez no fueron necesarias las espinas.
Las mariposas no temen a los ángeles.
Los conejos festejan margaritas.
Tus lágrimas sorprenden tantas noches.
Descansar las sospechas,
los pánicos antiguos enterrarlos
en ola gigantesca para ser doblegados.
La tierra te arropó siempre que la dejaste.
No hay ya que temer.
La muerte te robó los enemigos.
Es preciso quemar la ropa vieja.
Descargar el saco de los años.
Darse tregua.
Ahora o nunca.
Allí donde podés
da el salto
que arquea tu cintura hacia la risa.

1 comentario:

  1. amiga, tendría que trascribirlo entero si quisiera marcar cada cosa que me llegó, maravilloso. besos, te quiero

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Me gusta la danza de las palabras compartida, verdad-consecuencia, bienvenida/o! Espero con alegría tu juego...